El aborto y otros derechos humanos

Un tuitero apodado @gerardotc colgaba el domingo pasado este mensaje en la Red:

– Han secuestrado 200 niñas en Nigeria.

– Tenemos que intervenir.

– ¿Militarmente?

– ¿Las niñas llevaban petróleo dentro?

– No.

– Pues con cartelitos.

Los seguidores de Gerardo retuiteamos el “chiste” más de 6.200 veces, e incluso lo marcamos como favorito otras 2.300. Qué impotencia la nuestra al comprender que, para los mandatarios internacionales, sigue habiendo causas humanitarias de primera categoría y causas humanitarias de segunda. Y que si eres una chica nigeriana de 17 años, de familia humilde y desamparada, más te vale que dejes de creer en los milagros y que vayas “apechugando” con el infortunio que te ha tocado.

A propósito de este secuestro, perpretado por una secta islamista que amenaza con vender a las jóvenes como esclavas, me he estado preguntando estos días por qué demonios la violencia contra las mujeres está presente, en mayor o menor medida, en todas las sociedades del planeta. Y, sobre todo, por qué la toleramos con tanta pasividad desde los acomodados países de Occidente.

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Ayer mismo, en ‘El País’, un reportaje espeluznante que no pude terminar de leer, recogía la experiencia de una mujer somalí a la que le habían practicado una ‘circuncisión faraónica’, la más brutal de las ablaciones. “No es una cuestión religiosa, porque va en contra del Islam”, decía una trabajadora social del Somali Women Development Center. “Es algo cultural que pasa de generación en generación”.

En un mundo construido a partir de intereses económicos y estratégicos, donde se considera que sólo merece la pena actuar en beneficio propio, ha hecho falta aplicarle una campaña de marketing al secuestro, para que los políticos europeos y norteamericanos enviaran a Nigeria a sus especialistas.

Poder de decisión elemental

En España, entretanto, seis ONG internacionales, entre ellas Human Rights Watch, le han enviado una carta conjunta a Alberto Ruiz-Gallardón para exigirle que retire el anteproyecto de ley con el que va a reformar la actual legislación del aborto. Las organizaciones le piden al Gobierno que garantice el acceso “sin obstáculos a servicios de aborto legales y seguros en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, así como otros derechos humanos que la asisten”.

Curiosamente, la reforma incluye en su título una coletilla incomprensible y contradictoria que reza: “para la protección de los derechos de la mujer embarazada”. Como mujer, debo decir que los derechos de las mujeres embarazadas nunca serán ‘protegidos’ mediante la restricción del acceso a la interrupción voluntaria del embarazo ni mermando el poder de decisión elemental que tenemos sobre nuestra reproducción.

Volviendo nuevamente a la cuestión de la violencia de género, me pregunto por qué algunos gobiernos, la mayoría de las religiones, y determinados constructos sociales, se empeñan en controlar la sexualidad de las mujeres a toda costa.

Charlando hace años con un amigo biólogo sobre este tema, él me habló de una corriente teórica que sugería que los primates machos podrían tender a ser coercitivos con las hembras por pura cuestión genética. Sin embargo, la mayor parte de los científicos sociales rechazan de plano esta hipótesis, primero por sus invocaciones de determinismo psicológico (rechazables sobre todo en el caso de los seres humanos, cuyo comportamiento depende de muchos otros factores externos), y segundo porque no existen datos que respalden ese punto de vista.

Quienes me conocen, saben que soy fan incondicional (y pesada, disculpadme, lo sé) de la saga de libros sobre el Paleolítico ‘Hijos de la Tierra’. En ellos, Jean M. Auel mantiene la teoría de que las primeras familias humanas fueron matriarcales y, al mismo tiempo, poco jerárquicas. El estatus de cada individuo en la tribu provenía del de su madre, y se habían desarrollado vías para reducir la violencia que permeaban toda la sociedad.

Recientemente, se han desarrollado estudios etológicos sobre la conducta de un tipo de chimpancé llamado bonobo (chimpancé pigmeo) que refrendan precisamente la existencia de los primitivos matriarcados humanos. Estos estudios, libres de los estereotipos aplicados en investigaciones anteriores –denigrando la posición femenina-, muestran cómo entre los primates la hembra es la jefa de la familia, la que enseña, experimenta e inventa, y la que elige si quiere tener o no relaciones sexuales.

La mujer, como dadora de vida, siempre ha sido fuente de misterio y, en ocasiones, también de recelo. Como cuenta Nancho Novo en ‘El Cavernícola’, las primeras mujeres parecían estar en contacto con la magia y con las fuerzas ocultas. El hombre, entretanto, se ocupaba de proveer y de protegerla, a ella y a sus crías. Hasta que a algunos ‘tipos duros’ les picó el gusanillo de la inseguridad y decidieron que, para asegurarse de que los hijos de las hembras eran hijos de ellos y no de otros, más valía que las fueran atando en corto, y aquí paz y después gloria. Un abrazo.

La oportunidad de las elecciones europeas

Decía Mariano Rajoy esta mañana en la cadena SER que, según los datos del mes de abril de su Gobierno, el empleo presenta un balance muy positivo de 133.765 afiliados más a la Seguridad Social. Aun así, también admitía que se trata de una subida del empleo muy vinculada a la Semana Santa y con mucho empleo temporal.

Según el presidente, al final de la legislatura habrá menos parados y más afiliados que cuando llegó a La Moncloa, a pesar de que la tasa estaba en el 21,8% cuando ganó las elecciones, y el plan de estabilidad que ha enviado a la UE asegura que estará en el 23,1% al final de su mandato.

Se queja Rajoy, además, del negativismo que ve en la oposición y en la prensa: “No se puede ser un optimista absurdo, pero tampoco un cenizo, porque no corresponde a la realidad. Yo me he encontrado un país en quiebra, he tenido que superar el rescate, y lo sustancial es que hay un cambio de tendencia”.

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El presidente se empecina en mantener un discurso complaciente sobre la economía, que lamentablemente es desmentido una y otra vez por la inexorable realidad de las cosas. Decía ayer la Comisión Europea en sus previsiones de primavera que la salida de la crisis está plagada de obstáculos.

Cotas de desempleo inaceptables

No en vano, el asomo de la recuperación llega por fin a Europa tras una cura de austeridad sensacional que ha provocado una doble recesión. Y llega, además, prácticamente sin empleo, sabiendo que el paro apenas bajará durante este año y el próximo, y que la media seguirá por encima del 11% -con picos dignos de gran depresión en Grecia y en España-.

Entretanto, la OCDE (Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico, que agrupa a los 34 países más ricos del mundo) advierte de que la recuperación en España es débil y lenta, y de que el desempleo seguirá este año y el que viene en cotas inaceptables: 25,4% en 2014, y sólo un punto menos en 2015.

De hecho, la economía europea cuenta una historia de dos reactivaciones. Por un lado, Alemania y sus satélites viven una crisis estupenda. Desde 2010 han visto cómo se hundían sus tipos de interés reales para financiar sus empresas a mínimos históricos. Por otro lado, la periferia –a la que Francia e Italia empiezan a acercarse en algún capítulo- presenta cifras más grises, un alivio desesperadamente lento y un horizonte cargado de nubes.

En este contexto, ahora que los recortes han llegado a Francia, el gobierno galo ha reavivado el debate sobre la necesidad de reinterpretar las estrictas reglas fiscales europeas con más laxitud, presionando al BCE para que cambie su política.

¿El sufrimiento es inevitable?

¿Qué mejor oportunidad para que los ciudadanos del sur exijamos que se aminore la carga de sacrificio que nos están imponiendo, que las elecciones al Parlamento del 25 de mayo? Como decía el profesor de Economía de ICADE José Carlos Díez en ‘El País’ el 18 de abril, “Merkel y Draghi (presidente del BCE) han conseguido imponer el mantra de que el sufrimiento del sur es inevitable (aunque sea opcional) para depurar los errores cometidos”.

Obama y Bernanke (presidente de la Reserva Federal) en EEUU, sin esta moral calvinista, han conseguido evitar la quiebra de todo su sistema financiero y crear ocho millones de empleos. Si los republicanos hubieran ganado las elecciones en 2008, habrían impuesto el austericidio y EEUU seguiría en crisis.

Como apunta José Carlos Díez, el ajuste en los países con problemas de déficit puede ser compensado con planes de estímulo europeos financiados con ‘Eurobonos’, esa herramienta prohibida en Alemania incluso para la SPD.

Los Eurobonos pueden usarse para crear una mesa de deuda, para mutualizar una parte de la misma, y para reestructurar las deudas que no se pueden pagar. Si los europeos imponemos con nuestro voto el uso de éste u otros mecanismos similares, la democracia funcionará, y saldremos del círculo vicioso en el que nos encontramos inmersos.

Otra forma de resolver la crisis es posible: Ni hace falta volver a caer en el despilfarro, ni es necesario aplicarse un austericidio. Ante la enorme magnitud de la bolsa de pobreza generada por los recortes, la política de la solidaridad se hace hoy más necesaria que nunca.